Llegó la guerra.
Y con ella los cimientos construidos cayeron bajo el asedio de la desconfianza. Comenzamos a derrumbarnos hacia un abismo de buenas intenciones envenenadas.
Ese veneno con el que prometimos no volver a jugar.
Llegó la peste.
Gangrenando nuestros besos y abrazos; apenas un reflejo de lo que un día significaron.
Nos invadió el virus de la desesperanza, consumiendo lentamente nuestras entrañas y precipitando un último aliento.
Llegó la muerte.
Congelando nuestra llama. Poco a poco nos vamos alejando.
Un espasmo lleva a una sacudida y ésta precipita hacia el final.
No somos nada.
Llegó la esperanza.
Y los corazones ardieron de nuevo.
Esperanza
Categorías: frikadas, mi vidaEscrito por EternalPhoenix a las 00:21
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