Si despertara

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Si despertara le diría que fui yo,
sí, yo,
el que dibujó su cuerpo en ese colchón
que parece esclavizarla para siempre,
el de los besos livianos, el de la sonrisa gris,
el de la mirada triste,
el que arropó sus labios haciendo con mi saliva
un férreo escudo con la palabra amor,
¿qué te enmudeció?
Si lograras despertar quizá se secarían mis ojos,
cesaría el temblor,
se inundarían las desérticas hojas
de ríos de esperanza,
de nuevo los versos,
de nuevo un poeta,
todo cobraría sentido.
Si despertaras yo daría el empuje necesario
para el renacer de tu alma,
sería el golpe de pincel que daría el toque
definitivo al lienzo de tu vida,
el que le dio brillo a nuestros ojos...
¿te acuerdas?...

Kutxi Romero

Los mismos clavos

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Me dices que me parezco a los caracoles
me sobra techo, me muero en soles,
tras espesura del chaparrón
será que el camino bueno se ha vuelto malo
o que no quiero pegar ni un palo,
que solo quiero escuchar tu voz.

Que siempre llego a la deshora que marca el corazón
y que, cuando estamos a solas, molesta el caparazón.

Me dicen que tus braguitas revolotean
que lo hacen sólo pa que las vea
que llevan alas de desamor,
será que las ensuciamos tan malamente
que los colchones son mala gente,
que siempre quieren tener razón.

Que siempre llego a la deshora que marca el corazón
y que, cuando estamos a solas, molesta el caparazón.

Mi casa está donde estás tú
los mismos ojos, la misma luz
mi casa está donde estás tú
los mismos clavos, la misma cruz
los mismos clavos, el mismo ataúd.

Esperanza

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Llegó la guerra.
Y con ella los cimientos construidos cayeron bajo el asedio de la desconfianza. Comenzamos a derrumbarnos hacia un abismo de buenas intenciones envenenadas.
Ese veneno con el que prometimos no volver a jugar.

Llegó la peste.
Gangrenando nuestros besos y abrazos; apenas un reflejo de lo que un día significaron.
Nos invadió el virus de la desesperanza, consumiendo lentamente nuestras entrañas y precipitando un último aliento.

Llegó la muerte.
Congelando nuestra llama. Poco a poco nos vamos alejando.
Un espasmo lleva a una sacudida y ésta precipita hacia el final.
No somos nada.

Llegó la esperanza.
Y los corazones ardieron de nuevo.