La vida es arte I

La vida es pintura.
Un lienzo en blanco sobre el que cada persona realiza sus propios trazos. A color o en blanco y negro, no hay limitaciones ni estilos salvo el que cada artista quiera darle al retrato de su propia realidad.
Los hay que prefieren un estilo sobrio y elegante, quizá hecho a tinta y sin mucho color. Una sola mancha equivocada puede arruinar la estabilidad y la composición pero, como en todo, siempre existe una solución.
Otros deciden trazar garabatos sin sentido, bocetando ilusiones y pensamientos que nunca se llevarán a cabo, quizá por miedo de usar algo que ni una goma pueda borrar.

Quizá todos seamos así en un principio, miedosos, incapaces de comprometernos con algo que no puede cambiarse pero poco a poco perdemos el miedo y soltamos el lápiz. Ha llegado el momento de usar rotulador. El color inunda ya nuestro mundo, nos da igual tener fallos, pues el lienzo aún es grande y hay espacio de sobra. Pasamos años así hasta llenarlo y es entonces cuando decidimos que es necesario algo que cubra errores pasados.
Es la hora de usar el óleo. Unas leves salpicaduras anuncian lo que está por llegar: una nueva explosión de color en la que cada fallo puede ser dibujado de nuevo, sin bocetos, tan sólo mil intentos hasta que llegue el definitivo. Un nuevo horizonte de mezclas de color llena el cuadro, no hay límites, tan sólo es imaginación. Sólo existe un inconveniente, el óleo tarda en secarse.

Existen mil formas, mil materiales y mil estilos, pero sólo una es la manera en la que decides dibujar tu vida. Piénsalo bien, no te arriesgues a imitar a otros, dibuja lo que tú quieras, pues para eso eres tú el artista de tu gran obra.

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